La música en casi todas las culturas ha sido una de las actividades
grupales que más satisfacciones ha dado, no solo por
su atracción sensorial única sino porque era
y es comunicación no verbal. Se deriva principalmente
de las emociones tiernas o positivas, esas que llevan a los
individuos a acercarse. El gran poder de la música
aumenta en las situaciones de grupo, consiguiendo una mayor
comunicación.
El musicoterapeuta trabaja con la expresión integrada
de tres niveles o lenguajes: lenguaje sonoro, lenguaje corporal
y lenguaje verbal, rescatando la importancia del cuerpo y
los sonidos en el proceso terapéutico. La respuesta
manifiesta de las personas ante la música está
referida a la autoestima, el placer de escuchar, de reconocer
los sonidos, de expresarse sin miedos.
La Musicoterapia en su vertiente terapéutica, contribuye
en el mejoramiento de personas con desajustes emocionales
y de soledad.
La práctica de actividades musicales, dentro de las
técnicas propias de la Musicoterapia, contribuye a
la maduración de las habilidades motoras, fundamentalmente
a través del ritmo unido al movimiento y de las percepciones
auditivas que el contacto con el mundo del sonido permite
La
eficacia del uso de la música como terapia, técnica
dentro del campo de la psicología, esta sobradamente
probada tanto en U.S.A. como en Europa desde sus comienzos
en 1945.
Hoy en día existe un reconocimiento
generalizado del uso de la Musicoterapia, no solo en personas
enfermas o con alguna discapacidad, sino también en
personas sanas, como medio de desarrollar la expresión
y la autopercepción e incluso dentro del marco de una
medicina preventiva y desde luego como un medio de intensificar
la comunicación humana.
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